El año 2018 ha dado un vuelco a la trayectoria y también a la vida personal de la estilista estadounidense Caitlin Ford. Además de sumar varios galardones e incrementar el número de seguidores en su cuenta de Instagram, Ford ha seguido atendiendo a su clientela más fiel. Y ello a pesar del percance que sufrió a principios del mes de octubre y que le obligó a replantearse su día a día.

Una experiencia trágica

Y es que el 3 de octubre, la vida de Ford cambió para siempre. La estilista aprovechaba un descanso en su jornada para acabar de construir unas estanterías destinadas a su salon de San Luis. Ford había desempeñado tareas similares en el pasado, por lo que pensó que se trataría de una tarea sencilla. Sin embargo, en esta ocasión, una sierra de mesa le amputó su dedo índice derecho. Hasta la fecha, la conocida peluquera no sabía lo que era romperse algún hueso o recurrir a la cirugía.

A Ford la llevaron al hospital, donde le practicaron una primera cirugía que duró 10 horas. Durante dicha intervención, los médicos lograron colocarle el dedo, obteniendo un resultado satisfactorio. A la mañana siguiente, se propusieron colocarle una férula, algo que no fue posible. El monitor detectó falta de pulso en el dedo de la peluquera, quien fue sometida a una segunda intervención. La segunda operación también falló, de manera que los médicos tomaron una decisión drástica: quitarle el dedo de manera permanente.

Vuelta al salón

A partir de ahí, Ford experimentó un gran bajón anímico, aunque logró sobreponerse, gracias al grupo de apoyo dirigido por la también peluquera Rebecca Taylor. Finalmente, logró conservar una actitud positiva, evitando caer en el pánico.

Tras cuatro semanas de tratamiento y práctica, Taylor volvió a desempeñar su profesión: la peluquería. Al principio, se tuvo que preparar para volver a cortar y colorear el cabello. Antes de volver a su salón, la estilista colaboró con su amiga Kristina Cheeseman, creado unas series inspiradas en el desierto.

El camino no fue nada fácil, ya que algunas tareas como sostener el peine y colorear el pelo a la vez le parecían imposibles. Este proceso de aprendizaje le ha permitido volver a trabajar hoy en día en lo que le gusta, usando sus propias manos. Algo que le ha ayudado a concentrarse y dejar de pensar en el dedo perdido.









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